Un lugar de misterio

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Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. 
Salmos 23:3 

Creo que es seguro decir que el alma es un lugar de misterio. No podemos ver el 
alma, pero podemos sentir, y lo sentimos, su impacto en nuestra vida. Todo tipo de sentimientos, actitudes, pensamientos, imaginaciones y deseos llenan el alma, y a menudo están en conflicto mutuamente.
 Quizá sentimos que queremos hacer una cosa, y sin embargo pensamos que no somos capaces de hacerla. Tal vez tenemos muchos sentimientos que no entendemos o ni siquiera sabemos de dónde salieron. ¿Por qué, por ejemplo, se sentiría intimidada una mujer cuando otra mujer a la que ni siquiera conoce entra en una sala? ¿O por qué una mujer carecería de confianza, aunque sea muy talentosa? ¿Qué causa inseguridad,   temor al fracaso, abandono o rechazo? 
Estos problemas, sin duda, son causados por algo, y necesitamos saber lo que es. Podría haber muchas razones por las que reaccionamos como lo hacemos en circunstancias específicas, pero nunca nos entenderemos a nosotras mismas si seguimos ignorando y ocultándonos de los sentimientos negativos y conductas extrañas que tenemos. La mayoría de ellos provienen de alguna herida emocional que hemos sostenido en nuestra vida y que nunca ha sido sanada. Es imposible pasar por la vida sin nunca ser heridas, pero es decisión nuestra si sanamos o seguimos heridas. 
Es fácil ocultarnos de nuestro dolor y vivir bajo capas de identidades falsas en un esfuerzo por ocultar la persona que realmente somos, pero se necesita 
valentía para encontrar nuestro verdadero yo y aprender a vivir la vida para la que fuimos creadas. ¿Ha pensado alguna vez: Es que no me entiendo a mí misma; ¿Qué pasa conmigo?; ¿Quién soy yo, y cuál es mi propósito en la vida?
Encontramos las respuestas a esas preguntas en la Palabra de Dios. En ella 
encontramos el plan que Él tiene para nosotras y reconocemos las mentiras que hemos creído, quizá toda nuestra vida, y que han sido utilizadas para desviar nuestro destino y dejarnos confundidas sobre nuestra identidad. Hay quienes creen que siempre tendrán una vida de segunda categoría, porque su padre le ha abusado sexualmente. No obstante, en la Palabra de Dios puedes descubrir que Él puede tomar tu dolor y realmente hacer que obre para bien si le permites hacerlo. 

Si usted ha sido lastimada y tiene un alma herida, no tenga temor a abrir todo su ser ante Dios y pedirle que le sane. Recuerde: la sanidad requiere enfrentar muchas cosas que quizá ha estado ignorando o escondiendo por mucho tiempo. 
Puede que dé miedo la idea de dejar que la luz entre en su oscuridad, pero le 
prometo que se alegrará de haberlo hecho. 

Declare lo siguiente: 
Me niego a vivir por más tiempo en la oscuridad. Tomaré la mano de Dios y caminaré hacia la luz y enfrentaré la verdad que me hará libre.

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