Hebreos 5:8-9
¿Ha intentado alguna vez descubrir cómo hacer que funcione adecuadamente un
aparato o un dispositivo electrónico? Ese tipo de cosas se les dan bien a las personas que saben mucho de tecnología, pero pueden ser muy frustrantes para personas que no tienen el conocimiento tecnológico, ¡y solo quieren que el dispositivo funcione! Han aprendido que, si accidentalmente tocan el botón equivocado en el teléfono y comienzo a tener problemas con él, lo único que necesitan es buscar a una persona joven que le ayude. Aunque tengan más edad y también mucha más experiencia en la vida que una persona de sexto grado que puede arreglar el teléfono, ese joven tiene algo que yo esa persona no tiene:
experiencia específica con la tecnología actual. Quizá sepa mucho en muchas áreas, pero no puede arreglar el teléfono, necesita ayuda, y el mejor tipo de ayudador es alguien con experiencia.
Jesús tiene toda la experiencia que se requiere para ayudarnos a lo largo de nuestra jornada de sanidad. Hebreos 5:8-9 me dice mucho no solo sobre Él, sino también sobre mi vida y la de usted. Jesús necesitaba cierta experiencia a fin de entender verdaderamente nuestro dolor y convertirse en nuestro Sumo Sacerdote que puede ayudarnos a sanar. Mi experiencia con el poder sanador de Jesús hace que yo sea una buena persona para decir con valentía a otros que Él sanará sus almas heridas igual que sanó la mía, y la experiencia que usted tiene hará lo mismo.
Jesús sufrió mucho y obtuvo experiencia como resultado. su experiencia lo equipó para llevar a cabo lo que Dios quería que hiciera. Hebreos 4:15 dice que “no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras
debilidades”, porque Él ya ha pasado por las cosas que nosotras sufrimos. Espero
que piense en este versículo con frecuencia y permita que le dé esperanza y confianza en que lo que está atravesando le permitirá ayudar a otros.
Quiero alentarla en este día, incluso en este momento, a ofrecer su experiencia a Dios para que Él la use, si nunca ha hecho eso. A pesar de cuán confuso, doloroso o difícil pueda ser, Él puede utilizarlo para proporcionarle la experiencia que necesita para ayudar a otra persona. Recuerdo muy bien que un día hice esta oración: “Dios, soy un caos quebrantado, pero soy tuya si puedes usarme”. Él lo hizo. Decidió usarme de maneras específicas para ayudar a otros, y creo que hay también una manera específica en la que Él quiere usarle a usted.
Nada de lo que entregamos a Dios queda jamás desperdiciado, de modo que entréguele a Él su dolor hoy y compruebe cómo Él utilizará su experiencia.
Declare lo siguiente:
Confío en que Dios usará mis experiencias dolorosas para ayudar y alentar a otros.