La meta de un alma sana

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Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. 
3 Juan 2 

La mayoría de las mujeres que conozco fijan y cumplen metas cada día, como: 
“Comprar la comida. Hacer la colada. Llevar a los niños a la escuela. Recoger la receta de mamá. Comprar el regalo de cumpleaños del hijo”. También fijamos 
metas para cada semana y cada año, como asistir a la iglesia cada domingo o ir de vacaciones en verano. Pero ¿cuántas mujeres tienen esta meta: “Trabajar en que mi alma esté sana”? Es una de las más importantes de todas. 
Un alma sana es un alma en paz y en descanso. No está molesta, preocupada, enojada, avergonzada o temerosa. Es fuerte y firme, llena de amor, gozo, esperanza, compasión hacia otros, y confianza en Dios. Puede manejar los altibajos de la vida adecuadamente y vivir la vida diaria con tranquilidad. 
Al leer la descripción de un alma sana, quizá piense: ¡Ah, eso suena muy 
bonito! Me encantaría eso, pero no creo que sea posible porque estoy lidiando 
con [llene el espacio]. Cuando llene el espacio en blanco, tal vez diga “padres 
ancianos”, o “adolescentes difíciles”, o “una grave enfermedad”, o “pérdida de 
empleo”, o “una relación abusiva”, o “perder mis amistades”, o “problemas en mi matrimonio”, o “problemas financieros”, o “estrés irrazonable en el trabajo”. 
Hay todo tipo de situaciones que le harán pensar que realmente no puede tener un alma sana. Pueden significar que tiene que trabajar duro para mejorar la salud de su alma, pero no lo prohíben. En realidad, el hecho de que esté atravesando esas cosas no es un obstáculo para un alma sana; ¡es la razón por la que necesita tenerla! Mientras más sana esté su alma, más fuerte será usted y mejor podrá manejar sus circunstancias más desafiantes. 
Igual que usted, yo no soy ajena al estrés, pero he aprendido que sucederán cosas que nos molesten. No tenemos control sobre eso, pero como Dios nos ha dado el fruto de la templanza o dominio propio (Gálatas 5:22-23) y debido a que podemos pedirle a Él que nos ayude, sí tenemos control sobre el modo en que respondemos a esas cosas. Puedo garantizarle, basándome en la experiencia personal, que es mucho mejor enfrentar retos con un alma sana que con un alma débil o herida. 
Un alma sana es una meta digna para todas nosotras. Entiendo que en muchos aspectos es más fácil comprar la comida o dejar a los niños en la escuela que trabajar en llegar a estar sana en su mente, voluntad y emociones. También sé que es una de las mejores cosas que hará jamás por usted misma y que Dios le ayudará a hacerlo. Puede parecerle difícil, ¡pero todo es posible para Él! 

Declare lo siguiente: 
Estoy decidida, con la ayuda de Dios, a tener un alma sana, y estoy  comprometida a hacer lo necesario para conseguirlo.

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